Por: OLegario Zamudio Quezada
Cuatro cirios encendidos hacen guardia a un ataúd y en el se encuentra tendido el cadáver de mi amor, hay que cortejo tan frio que soledad y dolor, solo están los cuatro cirios también de luto vestidos igual que mi corazón.
Esta canción la cantaba el Javier Solís en una de sus más excelsas canciones que le dieron la vuelta al mundo en la época de oro del cine mexicano.
Esta canción la cantaba el Javier Solís en una de sus más excelsas canciones que le dieron la vuelta al mundo en la época de oro del cine mexicano.
Pues fui a las instalaciones del PRI estatal que igual que la plaza de los constituyentes, están de moda tomar estas instalaciones, cuando llegue les dije, que cuando nosotros tomábamos el PRI llevábamos tortas y refrescos, me dijeron que también ellos tenían y apuntaron para el rumbo del ataúd y es que a un lado tenían el cartoncito con refrescos y tortas de jamón.
El caso es que están esperando que llegue el Moreira Presidente del CEN del PRI para entregarle las llaves del edificio y pedirle que no se las haga de jamón con la democracia, que todos quieren participar y que el dialogo del entendimiento está roto, que hay un diálogo de sordos con la dirigencia estatal.
En verdad era conmovedora la escena donde cuatro campesinos que aun creen en su partido y en la democracia hacen guardia funeraria a un ataúd en la puerta del edificio del PRI estatal, es conmovedor ver como hacen el esfuerzo por ser escuchados y tomados en cuenta.
Señalaban que el partido por su tradición, debe de atender a todas las corrientes y expresiones sociales sin asustarse de la imaginación que se tenga para hacerse escuchar, que nadie se debe de asustar porque un día los campesinos y en suma los ciudadanos levanten el dedo al interior de su partido y
digan con firmeza, ¡aquí estamos!