Gabriel Orozco M.
Hace dos años oíamos en varias partes del país la palabra “levantón” y nos parecía ajena a nuestra realidad. Para precisar, sin ser muy técnicos, los Levantones son privaciones de la libertad que cada vez son más frecuentes en nuestro estado, sobre todo en Tepic, Tecuala, Acaponeta, Santiago Ixcuintla, Tuxpan, y Xalisco.
La principal característica a diferencia de quienes son secuestrados y se pide un rescate, con los levantados no hay negociación alguna y siempre la autoridad e incluso la sociedad misma sabe que serán torturados, violados, mutilados e incluso ejecutados.
En Nayarit hay una estadística macabra que supera las 40 desapariciones, más aquellas que por miedo o resignación no se denuncian por parte de los afectados.
Lo mismo le toca a un empresario coludido al narco que a un pobre tirador que comercializa entre albañiles grapas de droga. Los códigos del crimen organizado desaparecieron y lo mismo levantan a un niño de 13 años, como sucedió en la cabecera municipal de Xalisco, el jueves 3 de marzo de este 2011, Justo cuando salía de la escuela secundaria y un comando armado se lo llevo contra su voluntad.
Las estrategias han fallado para parar los Levantones e incluso los asaltos han aumentado derivado de la guerra del narco que existe, ya que hay sicarios que no reciben su pago y se meten a los delitos del fuero común con sus armas de grueso calibre, pues hasta en zonas céntricas como la Insurgentes de Tepic se han dado hechos lamentables y nadie ha podido hacer nada para evitar esta ola de violencia, que cercena los sentidos y nos envuelve en la zozobra.
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