NACIONAL
Jacobo G. García | México D.F.
Vino para los católicos y zumo de uva para los evangélicos. Pero para todos, llagas en los pies, hambre y amenazas de muerte.
Así están las cosas en el albergue para emigrantes 'Hermanos del Camino' y así pasa la Navidad el padre Alejandro Solalinde desde que denunció el secuestro de unos 50 centroamericanos en el sur de Oaxaca. Él fue el primero en demostrárselo a la Policía y ahora el cártel de 'los Zetas' y la 'Mara 13', han amenazado (otra vez) con matarle si no entrega a los 15 jóvenes que lograron escapar.
"Hemos celebrado una Navidad muy feliz, pero realmente son días de mucha tensión porque han amenazado con entrar a por ellos al albergue" explica Solalinde. Y el problema es que mientras usted y yo hablamos, la mafia sigue secuestrando gente y las autoridades haciéndonos el vacío porque este es un tema en el que están involucrados funcionarios, policías locales, alcaldes... Se sabe quiénes son" denuncia.
Y nada más terminar de hablar, las agencias de prensa internacionales confirman sus palabras. Nueve migrantes fueron secuestrados y otro más de origen salvadoreño fue asesinado, cuando viajaban en un tren de carga en el tramo Ixtepec-Matias Romero (Oaxaca). Otro sacerdote, el padre Heyman Vázquez, al frente del otro albergue en Chiapas, hizo la denuncia.
Pero aunque este albergue parece, más que cualquier otro lugar, el pesebre de Belén, la Navidad aquí no puede ser más diferente. La misa del gallo, los villancicos o la cena de Nochebuena se celebran mirando de reojo la puerta por si en medio de tanta solidaridad apareciera un sicario para terminar el trabajo.
"Es difícil hablar de Dios y esperanza en estas circunstancias, pero en la cena de Nochebuena les dije a los migrantes que había que olvidarse de nuestros problemas, disfrutar y pensar en los que no tienen nada. Les dije que no caminan solos, sino con Cristo. Un cristo pobre, peregrino e itinerante. Porque él es el migrante más conocido de la historia, incluso antes de nacer, en el vientre de su madre. Y fue una cena muy bonita y cálida" explica este sacerdote, austero y delgado, vestido con un sencillo pantalón, una camiseta y una cruz en el centro del pecho.
El secuestro como negocio
Desde hace años el secuestro es el tercer negocio (después del tráfico de droga y personas) más lucrativo del cártel de 'los Zetas'. Los emigrantes centroamericanos son escondidos a punta de AK-47 en remotos ranchos hasta que sus familiares en EEUU envían un rescate que puede oscilar entre los 100 y los 3.000 euros. Otras veces el secuestro termina en una ejecución masiva, como en agosto en Tamaulipas, cuando aparecieron en una fosa común los cuerpos de 72 personas, que hacían la misma ruta que los de Oaxaca. Un secuestro que ha indignado a los países centroamericanos ante la indiferencia con la que México trata los problemas de los que no son sus ciudadanos."Tengo una responsabilidad que no puedo rehuir y es la de defender a mis hermanos, los migrantes, los que no tienen voz. Porque yo tengo la suerte de poder hablar y que me escuchen y tengo que aprovecharlo. Sé que me va a tocar, cualquier día, lo tengo claro. Pero seguimos activos y denunciando, ¡eso que quede claro! Y eso me hace feliz. El que no tenga fe no puede entenderme", resume Solalinde. Tan tierno como claro cuando habla, por eso lo eligió Gael García Bernal para participar en la última campaña de Amnistía Internacional titulada 'Los invisibles'.
"Al nivel de autoridades locales, intentan que nadie se entere de lo que pasa aquí porque son parte de la delincuencia y de la mafia. Y al nivel más alto (presidencia) quieren disimular y decir que el problema no existe porque están más preocupados por la imagen internacional. Se persigue más a los emigrantes que a los delincuentes. El Gobierno no asume su responsabilidad" explica. Y acusa a la Policía y a la corrupta red de funcionarios que creció al calor del polémico gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, de estar detrás de la violencia.
Así que esta Navidad no faltaron las amenazas ni el miedo, pero tampoco el vino, el pollo, ni el pastel tres leches, que hondureños, guatemaltecos o salvadoreños pidieron para la cena de Nochebuena. Vino para los católicos y zumo de uva para los evangélicos.
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